Ver descripción del discurso de Green
El desafío que aquí planteamos deconstruyendo el discurso de Mark Green; es tejer una red donde la micro-resistencia de la caminata alimente la macro-resistencia del movimiento social, y viceversa, sin que una opaque ni sustituya a la otra.
La propuesta de Mark Green, "Walking Talking Men" [1], aparece como un síntoma elocuente de su tiempo: reconoce con agudeza una herida social profunda —la soledad masculina epidémica— pero ofrece un remedio que, en su admirable simplicidad, puede inadvertidamente reforzar los mismos mecanismos que producen el mal que busca curar. Si bien su valor como práctica de solidaridad micro-comunitaria es innegable, es imperativo contraponerla a una visión que reclama la política como la herramienta fundamental para el cambio social. Este análisis busca tensionar la iniciativa, preguntándose si la búsqueda de soluciones en grupos reducidos y apolíticos no abdica de la necesidad de transformar las estructuras de poder que generan el problema en primer lugar.
Algunas advertencias necesarias en contextos de retroceso de lo comunitario
y lo político
El primer punto de fricción se encuentra en la deliberada
despolitización del espacio. Green enfatiza con orgullo que las reglas
incluyen "sin política", presentándola como una condición para
la armonía. Sin embargo, esta exclusión es problemática. ¿Acaso la soledad
masculina, alimentada por mandatos de hipercompetitividad, negación emocional y
autosuficiencia, no es en sí misma un fenómeno profundamente político? Estos
mandatos son el sustrato que sustenta estructuras patriarcales más amplias, que
a su vez se entrelazan con lógicas económicas neoliberales que promueven el
individualismo y la mercantilización de las relaciones humanas. Al declarar
el espacio "apolítico", se corre el riesgo de naturalizar estos
condicionantes, tratando los síntomas (la soledad) mientras se deja intacta la
causa (el sistema de masculinidad hegemónica y el orden socioeconómico que lo
beneficia). La verdadera horizontalidad no se alcanza solo con caminar
juntos, sino con la capacidad de cuestionar colectivamente por qué nuestras
vidas están organizadas de tal modo que necesitamos inventar caminatas para
encontrar conexión auténtica.
En segundo lugar, existe una tensión inherente entre
el acuerdo micro-grupal y el pacto moral societal. La iniciativa
confía en que reglas mínimas como "ser auténtico" y "respetar la
confidencialidad" son suficientes para generar un espacio seguro. Esto
funciona en grupos pequeños homogéneos (como el del Upper West Side
neoyorquino). Pero, ¿qué sucede cuando la iniciativa se escala? La
"autenticidad" de un hombre no es un concepto universal; está
moldeada por su clase, raza, educación y bagaje cultural. Sin un marco
político explícito—un pacto ético que active y defienda principios de justicia
social, antirracismo, inclusión de disidencias sexuales y neurodiversidad—, el
grupo puede fácilmente reproducir las mismas exclusiones y microagresiones que
existen en la sociedad en general. El riesgo es que se creen islas de confort
para algunos, perpetuando la exclusión de otros. La horizontalidad genuina
es inclusiva por diseño, no por accidente, y requiere una voluntad activa de
confrontar y desaprender los privilegios dentro del grupo.
Finalmente, y este es el punto crucial, la estrategia
de cambio desde lo individual y lo micro-comunitario debe ser
vista como complementaria, nunca sustitutiva, de la acción política organizada.
"Walking Talking Men" es valiosa como práctica de primeros auxilios emocionales,
un espacio de resistencia íntima contra la desconexión. Sin embargo, la
historia demuestra que las transformaciones profundas de las estructuras de
poder—como las que se necesitan para desmantelar la masculinidad hegemónica—no
se logran solo con la suma de actos individuales de bondad. Se consiguen
con movimientos sociales, con defensas activas, abogacías, apoyos; con
políticas públicas que promuevan la salud mental comunitaria, con educación
afectiva en las escuelas, y con la creación de marcos legales que reconozcan y
alivien las cargas sociales que llevan los hombres.
Advertencias para una transformación genuina del poder:
- Peligro
del "solucionismo individual": Creer que un problema
estructural (la soledad) se resuelve únicamente con una solución
individual/pequeño-grupal (caminar) es una trampa. Puede llevar a una
descarga de la responsabilidad del Estado y la sociedad civil organizada.
- Ilusión
de la horizontalidad apolítica: Los grupos sin un marco crítico
explícito tienden a replicar las jerarquías sociales existentes (de clase,
raza, etc.). La horizontalidad no es la ausencia de política, sino la
construcción consciente de un espacio donde el poder se ejerce de forma
distribuida y responsable.
- Limitación
del alcance transformador: La iniciativa puede cambiar vidas
individuales, pero su poder para desafiar las narrativas culturales
tóxicas a escala masiva es limitado si no se conecta con estrategias de
cambio cultural más amplias.
El valor de "Walking Talking Men" reside en su
humanidad inmediata y en su recordatorio de que el cambio comienza en lo local.
Sin embargo, no debemos confundir esta necesaria práctica de cuidado
comunitario con un proyecto de transformación social profunda. La verdadera
lucha por unas masculinidades libres, diversas e inclusivas requiere caminar y
hablar, sí, pero también requiere organizar, movilizar, exigir y replantear los
pactos sociales fundamentales. El desafío es tejer una red donde la
micro-resistencia de la caminata alimente la macro-resistencia del movimiento
social, y viceversa, sin que una opaque ni sustituya a la otra.
[1] https://asocmiguelragonemasculinidades.blogspot.com/2025/08/caminar-y-hablar-un-antidoto.html
Ver descripción del relato.
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