miércoles, 27 de agosto de 2025

Los límites de lo caminable: la iniciativa comunitaria frente a la necesidad del cambio estructural. Una crítica

Ver descripción del discurso de Green


El desafío que aquí planteamos deconstruyendo el discurso de Mark Green; es tejer una red donde la micro-resistencia de la caminata alimente la macro-resistencia del movimiento social, y viceversa, sin que una opaque ni sustituya a la otra.

La propuesta de Mark Green, "Walking Talking Men" [1], aparece como un síntoma elocuente de su tiempo: reconoce con agudeza una herida social profunda —la soledad masculina epidémica— pero ofrece un remedio que, en su admirable simplicidad, puede inadvertidamente reforzar los mismos mecanismos que producen el mal que busca curar. Si bien su valor como práctica de solidaridad micro-comunitaria es innegable, es imperativo contraponerla a una visión que reclama la política como la herramienta fundamental para el cambio social. Este análisis busca tensionar la iniciativa, preguntándose si la búsqueda de soluciones en grupos reducidos y apolíticos no abdica de la necesidad de transformar las estructuras de poder que generan el problema en primer lugar.

 

Algunas advertencias necesarias en contextos de retroceso de lo comunitario y lo político

El primer punto de fricción se encuentra en la deliberada despolitización del espacio. Green enfatiza con orgullo que las reglas incluyen "sin política", presentándola como una condición para la armonía. Sin embargo, esta exclusión es problemática. ¿Acaso la soledad masculina, alimentada por mandatos de hipercompetitividad, negación emocional y autosuficiencia, no es en sí misma un fenómeno profundamente político? Estos mandatos son el sustrato que sustenta estructuras patriarcales más amplias, que a su vez se entrelazan con lógicas económicas neoliberales que promueven el individualismo y la mercantilización de las relaciones humanas. Al declarar el espacio "apolítico", se corre el riesgo de naturalizar estos condicionantes, tratando los síntomas (la soledad) mientras se deja intacta la causa (el sistema de masculinidad hegemónica y el orden socioeconómico que lo beneficia). La verdadera horizontalidad no se alcanza solo con caminar juntos, sino con la capacidad de cuestionar colectivamente por qué nuestras vidas están organizadas de tal modo que necesitamos inventar caminatas para encontrar conexión auténtica.

En segundo lugar, existe una tensión inherente entre el acuerdo micro-grupal y el pacto moral societal. La iniciativa confía en que reglas mínimas como "ser auténtico" y "respetar la confidencialidad" son suficientes para generar un espacio seguro. Esto funciona en grupos pequeños homogéneos (como el del Upper West Side neoyorquino). Pero, ¿qué sucede cuando la iniciativa se escala? La "autenticidad" de un hombre no es un concepto universal; está moldeada por su clase, raza, educación y bagaje cultural. Sin un marco político explícito—un pacto ético que active y defienda principios de justicia social, antirracismo, inclusión de disidencias sexuales y neurodiversidad—, el grupo puede fácilmente reproducir las mismas exclusiones y microagresiones que existen en la sociedad en general. El riesgo es que se creen islas de confort para algunos, perpetuando la exclusión de otros. La horizontalidad genuina es inclusiva por diseño, no por accidente, y requiere una voluntad activa de confrontar y desaprender los privilegios dentro del grupo.

Finalmente, y este es el punto crucial, la estrategia de cambio desde lo individual y lo micro-comunitario debe ser vista como complementaria, nunca sustitutiva, de la acción política organizada. "Walking Talking Men" es valiosa como práctica de primeros auxilios emocionales, un espacio de resistencia íntima contra la desconexión. Sin embargo, la historia demuestra que las transformaciones profundas de las estructuras de poder—como las que se necesitan para desmantelar la masculinidad hegemónica—no se logran solo con la suma de actos individuales de bondad. Se consiguen con movimientos sociales, con defensas activas, abogacías, apoyos; con políticas públicas que promuevan la salud mental comunitaria, con educación afectiva en las escuelas, y con la creación de marcos legales que reconozcan y alivien las cargas sociales que llevan los hombres.

Advertencias para una transformación genuina del poder:

  1. Peligro del "solucionismo individual": Creer que un problema estructural (la soledad) se resuelve únicamente con una solución individual/pequeño-grupal (caminar) es una trampa. Puede llevar a una descarga de la responsabilidad del Estado y la sociedad civil organizada.
  2. Ilusión de la horizontalidad apolítica: Los grupos sin un marco crítico explícito tienden a replicar las jerarquías sociales existentes (de clase, raza, etc.). La horizontalidad no es la ausencia de política, sino la construcción consciente de un espacio donde el poder se ejerce de forma distribuida y responsable.
  3. Limitación del alcance transformador: La iniciativa puede cambiar vidas individuales, pero su poder para desafiar las narrativas culturales tóxicas a escala masiva es limitado si no se conecta con estrategias de cambio cultural más amplias.

El valor de "Walking Talking Men" reside en su humanidad inmediata y en su recordatorio de que el cambio comienza en lo local. Sin embargo, no debemos confundir esta necesaria práctica de cuidado comunitario con un proyecto de transformación social profunda. La verdadera lucha por unas masculinidades libres, diversas e inclusivas requiere caminar y hablar, sí, pero también requiere organizar, movilizar, exigir y replantear los pactos sociales fundamentales. El desafío es tejer una red donde la micro-resistencia de la caminata alimente la macro-resistencia del movimiento social, y viceversa, sin que una opaque ni sustituya a la otra.

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