Contenidos:
ElArquetipo del "Hombre Nuevo": coherencia, sacrificio y cuerpo enlucha - Grietas en el monolito: la relecturafeminista y la emergencia de "Seres Nuevos" - La tensión irresuelta: machismo sesentista y la cegueraante el feminismo - El eco peligroso: cuando lanostalgia machista fortalece a la ultradererecha - Unalucha inacabada por un futuro emancipador
Un análisis sobre la vigencia del guevarismo frente
a las nuevas derechas y las luchas por la emancipación de género en América
Latina.
La figura de Ernesto Che Guevara, cristalizada en el imaginario colectivo como el arquetipo del revolucionario, sigue siendo un campo de batalla simbólico. Su legado, anclado en los principios de coherencia, sacrificio y antiimperialismo de los años sesenta y setenta, es hoy reexaminado desde las urgencias del presente. Este ensayo analiza la vigencia de dichos principios, universalizados en la imagen del Che, en diálogo con las teorías contemporáneas sobre masculinidades en América Latina. A partir del análisis de la compilación "Revolución, rebeldía y esperanza: Ensayos sobre Ernesto Che Guevara", se explorará cómo el ideal del "hombre nuevo" guevarista es interpelado y expandido, evidenciando una tensión histórica no resuelta: el conflicto entre el machismo inherente a la izquierda sesentista y las luchas emancipatorias de los movimientos feministas y homosexuales. Sostenemos que la incapacidad de ciertos sectores de la izquierda actual para superar esta herencia patriarcal, tras más de sesenta años de transformaciones culturales, no solo los debilita, sino que termina fortaleciendo, por una desafortunada consecuencia, el avance de las ultraderechas en la región.
El Arquetipo del "Hombre Nuevo": coherencia,
sacrificio y cuerpo en lucha
El modelo de masculinidad revolucionaria que emana de las
interpretaciones más tradicionales del Che, destacadas por los autores varones
en la compilación, se erige sobre pilares de una ética espartana. Figuras como
Rafael Klejzer, Agustín Lecchi y Carlos Aznárez lo describen como el
"maestro y forjador de hombres", aquel que "ponía el
cuerpo" y cuyo ejemplo guiaba la acción. Esta masculinidad se define por
una coherencia radical entre el pensamiento y la praxis, una autoexigencia implacable
y un compromiso absoluto que encuentra su máxima expresión en "jugarse la
vida por la vida de los demás".
Este "guerrero impenitente", anticapitalista y
antiimperialista, encarna una heroicidad fundamentada en el sacrificio
individual por un bien colectivo. La construcción del "hombre nuevo"
es, en esta visión, un proyecto de desalienación del individualismo liberal a
través de la entrega a la comunidad en lucha. Es un modelo potente, cuya ética
del compromiso sigue resonando, pero que, observado desde el siglo XXI, revela
los contornos de su propia época: una épica predominantemente masculina,
forjada en el fragor del combate y centrada en una definición de la lucha que
priorizaba el enfrentamiento de clases y la soberanía nacional.
Grietas en el monolito: la relectura feminista y la
emergencia de "Seres Nuevos"
Frente a este modelo, las autoras mujeres presentes en la
compilación no buscan negarlo, sino expandirlo hacia una transformación más
integral. Paula Giménez, Nuria Giniger y Zaida Chmaruk reinterpretan el
proyecto guevarista como una "transformación de todas las relaciones,
estamentos y estructuras" que sostienen un sistema no solo capitalista,
sino también "opresor, racista y machista". La creación de la
"mujer nueva", en paridad con el hombre nuevo, implica una ruptura explícita
con las lógicas patriarcales.
Esta perspectiva abre el legado del Che a las premisas no
binarias y a las luchas de la diversidad sexual. La propuesta de Miguel Mazzeo
de hablar de "los seres nuevos" en lugar del "hombre nuevo"
es sintomática de esta evolución. Se trata de un desplazamiento conceptual que,
como señala Pablo Solana, añade un "señalamiento antipatriarcal" a la
ética guevarista. Esta relectura conecta directamente con la idea de que la
emancipación no puede ser completa si no abarca todas las formas de opresión.
La heroicidad ya no reside únicamente en "poner el cuerpo" en la
guerrilla, sino también en la construcción cotidiana de una nueva subjetividad
que desafía las categorías de género tradicionales y lucha por, como diría
Laura Bitto, la "felicidad de la humanidad" en un sentido amplio e
inclusivo.
La tensión irresuelta: machismo sesentista y
la ceguera ante el feminismo
Esta ampliación del horizonte guevarista choca frontalmente
con una verdad incómoda: el machismo estructural de los movimientos de
izquierda de los años sesenta y setenta. Como admiten Miguel Benasayag y Ariel
Pennisi, el movimiento feminista y el indigenista fueron históricamente
"ninguneados y despreciados por el comunismo oficial". La primacía de
la lucha de clases operó como un dogma que relegó las reivindicaciones de
género y sexuales a un segundo plano, considerándolas "desviaciones
burguesas" o asuntos a resolver "después de la revolución".
Esta ceguera histórica generó una profunda desconfianza y
una brecha política que persiste hasta hoy. La figura del revolucionario, a
menudo asociada a la virilidad, la dureza y el sacrificio en el campo de
batalla, dejaba poco espacio para otras formas de ser y luchar. Si bien el
pensamiento del Che contenía las semillas de una transformación humana
universal, su contexto y la cultura política hegemónica de su tiempo limitaron
la aplicación práctica de esa universalidad, perpetuando un modelo de militancia
que, en la práctica, era excluyente.
El eco peligroso: cuando la nostalgia machista
fortalece a la ultradererecha
El problema fundamental es que esta tensión no es solo un
debate historiográfico. En la actualidad, aquellos sectores de la izquierda que
se aferran a una lectura nostálgica y acrítica de la mística sesentista, sin
incorporar genuinamente las críticas y aportes del feminismo y los movimientos
LGTBQ+, cometen un grave error estratégico. Al reproducir discursos y prácticas
que minimizan o desprecian las "políticas de identidad", se muestran
incapaces de dialogar con las nuevas generaciones y los movimientos sociales
más dinámicos.
Esta incapacidad de superar el propio machismo, después de
más de seis décadas de intensa transformación cultural, los vuelve anacrónicos
y políticamente estériles. Peor aún, dejan un vacío que la ultraderecha
capitaliza con perversa eficacia. Las nuevas derechas se apropian de un
discurso de "rebeldía" contra lo que llaman "ideología de
género", logrando conectar con un malestar social que la izquierda
tradicional ya no sabe interpretar. Al no poder ofrecer un proyecto de
emancipación verdaderamente inclusivo, la izquierda machista termina,
paradójicamente, fortaleciendo a su enemigo mortal, al confirmar la caricatura
que este hace de ella: la de una fuerza anclada en el pasado, incapaz de
entender las complejidades del presente.
Una lucha inacabada por un futuro emancipador
la figura del Che
Guevara permanece vigente no como un ícono estático, sino como un territorio en
disputa. Los principios de coherencia, justicia social y entrega por un ideal
colectivo son más necesarios que nunca. Sin embargo, su verdadera potencia
emancipadora en el siglo XXI reside en su capacidad para ser releída y
apropiada por las luchas que buscan desmantelar todas las opresiones. La
tarea de la izquierda latinoamericana es asumir la deuda histórica con los
feminismos y las diversidades, y construir un nuevo proyecto donde el coraje de
"poner el cuerpo" signifique también el coraje de deconstruir los propios
privilegios y abandonar para siempre el lastre del patriarcado. Solo así la
utopía de Guevara podrá convertirse en una esperanza tangible para las nuevas
generaciones y en una barrera real contra la barbarie de la ultraderecha.
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